martes, 14 de noviembre de 2006

La pobreza y los medios de comunicación

Ciertamente, hablar de “comunicación y pobreza” es introducirse en un tema complejo y sus consecuencias son menos inocuas de lo que aparentan ser a simple vista, en especial si se consideran algunas tendencias de la historia reciente. Desde 1996 en adelante, la reducción estadística de las personas que viven en situación de pobreza se ha desacelerado. Este es un hecho anterior a la crisis financiera mundial de 1998. Hoy cuesta más superar pobreza que a principios de la década pasada. La economía no genera tantos empleos y la política social tradicional tiene limitaciones importantes para abordar correctamente fenómenos emergentes y complejos asociados a las nuevas vulnerabilidades que afectan a las capas medias y bajas. Este escenario nos interpela y siendo consistente con ello, debiéramos impulsar esfuerzos más decididos en materia de pobreza.
En esta tarea, los medios de comunicación cumplen un rol fundamental. Éstos deben ser aliados estratégicos para influir en la agenda social del país. De esta manera, las prioridades y acciones que de ella se derivan incorporan visiones plurales y prácticas colaborativas. Complementariamente, los “medios de comunicación” transmiten contenidos e intencionan determinadas prácticas y conductas. Por lo tanto, siendo ésta una de sus capacidades más destacadas, potencialmente puede favorecer el ejercicio de derechos de las personas en situación de pobreza: Algunas maneras de hacerlo son informar correctamente sobre los diversos instrumentos, políticas, programas y servicios disponibles; permitir con ello el acceso de aquellas familias que requieren de la complementación del Estado y de sus pares de la Sociedad Civil; visibilizar públicamente las buenas prácticas en materia de superación de pobreza; construir imágenes integrales y promocionales de la pobreza, que dignifiquen a las personas y catalicen su integración socio-cultural, y por último, facilitar el desarrollo de prácticas de monitoreo ciudadano, cuyo objetivo es perfeccionar, mejorar y ejecutar en tiempos razonables las políticas y programas orientados a pobreza, que se han comprometido por parte de los múltiples actores.
Sin embargo, existen serias dificultades para intencionar un proceso como el señalado. La noción que predomina de la pobreza en los medios se alimenta de imágenes reduccionistas que estriban entre la subcultura delincuencial, el conflicto social ilícito y la debilidad o exposición absoluta ante los desastres naturales. Una imagen recurrente es, por ejemplo, la pobreza que “reflota” con cada inundación, desastre natural o episodio de contaminación y que los rotula como seres incapaces y desprotegidos. De cualquier modo, además la pobreza tiene una notoriedad comparativamente menor en los medios respecto de otros temas como el deporte y el espectáculo, ya que se encuentra más sujeta a los acontecimientos que pueden alcanzar cierto umbral de impacto.
Es un imperativo tender un puente entre los medios de comunicación, los expertos, la ciudadanía organizada, los organismos públicos y las personas en situación de pobreza, y que finalmente se exprese en líneas editoriales de nuevo cuño, que transiten del paradigma de la “conmoción pública” a la “comprensión ciudadana”.
Los medios tienen una responsabilidad social que cumplir en materia de pobreza, equidad y desarrollo social. En esto existe un desafío de seducción poco valorado y que debemos ensayar si queremos tener éxito, y que debe iniciarse con la proposición de marcos conceptuales y prácticas virtuosas que influyan favorablemente en la actividad de los medios. No es suficiente con reclamar espacios, es necesario llegar con propuestas atractivas y abrir espacios para el diálogo y sensibilización, de manera tal, que se exploren varios caminos, que van desde la apertura de nuevos medios, hasta cambios en la perspectiva de los actualmente existentes.
La pobreza y los temas asociados a ella son complejos de abordar y no sólo requieren de la buena voluntad o del compromiso de los periodistas para hacerlo correctamente. Cuando la iniciativa propia de un periodista no redunda en un buen producto periodístico, es quizá porque el desconocimiento sobre las dimensiones de la pobreza es muy profundo. No es fácil comprender el fenómeno de la pobreza y tampoco es fácil reinterpretar y comunicar lo que los voceros oficiales y especialistas declaran, porque los periodistas no son sociólogos, economistas o expertos en políticas públicas.

Fuente: http://www.comunicacionypobreza.cl/info.asp?Ob=3&Id=2

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